viernes, 27 de agosto de 2010

Sanciones administrativas


Llevo prácticamente un mes sin escribir. Se debe a una conjunción de causas que comprenden desde la desidia (mi amigo Javier lo resumió perfectamente en la frase "da pereza ¿eh?") hasta el vacío intelectual (no me gusta escribir cuando no tengo nada que contar). No es que en este mes no me haya pasado nada, pero es que nada de lo que me ha pasado me ha parecido reseñable. Ha sido un mes de visitas (gracias Richard, Eduardo, Mamen y Joaquín por dar un toque de color a una ciudad, en ocasiones, tan gris), de bastante curro y de trastornos estomacales derivados de la fast food. Como diría mi hermano pequeño: "Ha molado co".

No obstante ayer me pasaron dos cosas bien reseñables y hoy procedo a contaros la primera de ellas, dejando la segunda para la semana que viene, que así no tengo que discurrir mucho.

Alemania, con 82 millones de habitantes, es un país bien vertebrado territorialmente rebasando el millón de habitantes tan solo tres de las urbes (Berlín, Hamburgo y Munich). Teniendo en cuenta estos datos y el hecho de que la extensión de Alemania es mucho menor que la de España (357.000 km2 frente a los 504.000 km2 respectivamente) constatamos que la población está muy repartida en urbes que, por lo general, rondan los 500.000 habitantes (eso si que es desarrollo demográfico sostenible y no lo que hay en España). Esto favorece una demanda en los desplazamientos que ha favorecido un sistema ferroviario de calidad, a precio asequible y muy eficiente. Hay gran variedad de trenes a diferente coste, lo cual posibilita que todo el mundo pueda viajar en tren independientemente de su presupuesto reduciéndose la diferencia del precio al tiempo de desplazamiento (si quieres hacer Hamburgo-Berlin en ICE, que es como nuestro AVE, lo puedes hacer por 40 euros, y si no te llega lo haces en regional por 20), totalmente alejado de ese modelo de transporte que hemos implantado en España donde la alta velocidad ha acentuado la diferencia de clases sociales debido a que eliminó el resto de posibilidades ferroviarias y ahora con dinero vas en tren y sin él tienes que meterte en un autobus (incómodo, lento, malo para el medio ambiente y más peligroso). Todo muy bonito en el país de la pandereta.

Debido a que las urbes más grandes son muy grandes, éstas han sido dotadas de trenes urbanos: U-bahn o metro ligero y S-bahn, o red de cercanías que a su paso por la ciudad funciona también como metro (para los interaileros, el S-bahn lo cubre el interail y os sirve para moveros dentro de las ciudades que lo tienen). El precio del abono de estos trenes urbanos es más asequible cuanto más tiempo englobe (un desplazamiento vale 2.70, el abono del día vale 5.50 y el mensual 54 o 72) y da acceso a un servicio de bastante calidad con una cadencia muy aceptable y una amplitud de horarios bastante grande volviéndose ininterrumpida los fines de semana.

Claro que también puede jugártela a no pagar, no hay ningún tipo de torno (mentalidad alemana). Pero ello tiene sus riesgos.

Ayer por la noche quedamos a cenar con unos amigos y fui en bici. Llegado el momento de volver a casa, al ser jueves y ya las 10 de la noche pensé que los revisores (que casi no se ven) ya no estarían trabajando y me subí al metro con mi partner para volver a casa. A las 3 estaciones veo por la ventanilla a un revisor en la estación que se dirige a una de las puertas del vagón. Subrepticiamente me deslizo hacia la otra para bajar y cual es mi sorpresa cuando una mujer de mi estatura pero de 100 kilos más de peso se me queda mirando y me dice "Wohin gehen Sie? Fahrkarte! Papiere! Schnell, schnell" (¿Dónde vas? El billete, los papeles, ¡vamos, vamos!). Me la quedo mirando y le digo que no hay billete. La mujer me pide el pasaporte y le digo que no hay pasaporte. Le enseño la cartera para demostrarlo y la mujer me dice "ah, pero tu llevar dinero". Mierda. Me pilla los 25 euros que llevo en la cartera y me dice que me pone una multa por el resto (la multa es de 40 en total). Me hace bajar del vagón en la siguiente estación y cuando bajo bajan conmigo 6 tíos compañeros de la revisora que me rodean con caras de malas pulgas. 10 minutos de malas miradas, de tensión y de interrogatorio culminan con mi marcha de allí con una multa a nombre de mi alter ego de anoche, José Pérez Andrés (ventajas de no llevar el pasaporte encima y de su credulidad).

No puedo quejarme, se que hice mal y me lo merezco. 25 euros más pobre o 15 más rico (depende de como se mire) deposité la multa para José Pérez en la papelera y me fui andando a casa entonando la canción de "I´m a poor lonesome cowboy, and a long way from home..."