miércoles, 28 de julio de 2010

Alemania y sus impuestos


Y es que nada es gratis en este país... y fastidia.

Llegas a Hamburgo y te alquilas una casa (con todas las dificultades que he descrito en el blog acerca de llevar a cabo tal acción). A partir de este momento tienes una semana para hacer tu "Anmeldung" o, como decimos en España, empadronamiento. Tienes que ir a tu BezirkAmt (oficina municipal) más cercana y dar fe allí de tus datos y tu decisión de quedarte a residir aquí (gracias a los dioses por ser europeos y que toda nuestra dificultad estribe en entender los formularios, que de otro modo no hubiera sido tan fácil). Por supuesto la única lengua en la que allí te van a entender es en alemán (tampoco me puedo quejar de esto dado el poliglotismo que impera en la administración española), pero ya te han marcado bien en negrita sobre el resto del documento que tal trámite te va a costa 6 euros. Y me jode que te tengan que cobrar por algo a lo que te obligan y que no entiendo que gasto conlleva (fueron 5 minutos para dos personas y 12 euros...).

Te quieres ir de fiesta y de normal (aunque he de reconocer que esto era más común en Berlín que aquí) pagas algo por la entrada. Los precios varían: 2 o 3 si solo es para pagar al Dj, 5-8 si el bar cree que es cool, 8-12 si hay concierto, +15 si es un club. Independientemente del estipendio que abones para entrar luego vas al baño y te encuentras con una persona sentada en la puerta. Tú saludas educadamente y entras a hacer lo que quiera que sea que te ha empujado a ir a ese lugar. Sales y ocurre. A veces solo es una mirada, otras veces un gesto, puede llegar a ser una voz o, como me ocurrió a mi este sábado, una mujer que te grita y te agarra del brazo señalándote el platillo que hay en una mesa junto a la entrada del baño y sobre el cual deberías de haber dejado una propina (suelen ser unos 50 céntimos). Teóricamente esta persona se encarga de que el baño esté limpio durante toda la noche, pero no suele ser así. El baño huele a meados y a culo exactamente igual que los baños del "casco" zaragozano y muchas veces igual de chapoteables. Así pues, ¿por qué pago exactamente? Y, aun en el caso de que los baños estén limpios, ¿no es la obligación del dueño del bar? ¿no he pagado ya por ese servicio con la entrada o en las consumiciones? Y lo que más me jode de todo, si ellos no pagan por mear en mi país, ¿por qué he de pagar yo por mear en el suyo? ¡La semana pasada había que pagar en el baño del puto Kentucky Fried Chicken!

Pero lo que ya es una pasada en este país es lo de pagar por la tele, eso si que no tiene nombre. Cuando te registras en una ciudad (el Anmeldung antes citado) les pasan los datos (pese a que yo no he autorizado tal cosa) a algo llamado GEZ (Gebühreneinzugszentrale). Al mes y medio de haberte "anmeldado" te llega una carta del GEZ preguntándote por todos los aparatos de reproducción audiovisual que tengas en casa: radios, televisiones, pc con tarjeta capturadora, pda, mda (esto no se que es), móviles con w-lan... de lo cual les tienes que enviar un listado detallado y pagar por ello. Si tienes radio (aunque sea en el despertador) se pagan 5.76 euros al mes, y si además tienes tele se pagan 17.98. Te avisan en la carta de que es un "pflicht" (deber) y que, caso que no se lo notifiques, te pueden sancionar con una multa de 1000 euros. Automáticamente tu hipotálamo español reacciona con un "pfff" y tira la carta a la basura. No obstante hay que tener cuidado ya que según nos han dicho se puede presentar en casa un inspector pidiéndote que le dejes ver la casa (¡!) a lo que hay que negarse tácitamente, incluso nos han dicho que te pueden llamar por teléfono diciendo que es para una encuesta preguntándote "¿cuál es tu programa de televisión favorito?" y, si contestas, te preguntan "¿y como tiene usted programa de televisión favorito si no tiene televisión?, ahora le mandamos un inspector".

Dicen que es para pagar una televisión y una radio de calidad entre todos, pero se cumplen dos condiciones que me animan a desconfiar de tal finalidad:

1.- Sigue habiendo publicidad.
2.- La tele alemana es una mierda.

lunes, 26 de julio de 2010

viernes, 16 de julio de 2010

El dichoso Mundial


No me gusta el fútbol.

El fútbol me gustaba cuando era chico (un crío, chico he sido siempre), me gustó hasta que llegué a la adolescencia. Hasta aquel entonces bastaba con ser del equipo local, alegrarse por sus victorias y acostumbrarse a sus derrotas, pasar por alto las subidas de tono y sentir los colores. A partir de mis 15 años descubrí que el fútbol era un negocio. El club de mi infancia (nuestro Real Zaragoza) era una empresa que se ocupaba de comprar jugadores que prometían, darles minutos y, en cuanto comenzaban a despuntar, venderlos al mejor postor. Había dejado un club donde hacer carrera, donde los integrantes cobraban un buen sueldo que no un despropósito, donde cada deportista se comía el campo luchando por cada palmo de terreno, donde cada uno de ellos reconocía en los medios de comunicación que Zaragoza se había convertido en su nueva casa. Habían pasado a ser mercenarios, prostitutas deportivas. Desengañado del fútbol, éste dejo de interesarme volviéndome un apático para los deportes hasta día de hoy.

No me gusta el fútbol.

Y sin embargo llega el mundial y es imposible mantenerte al margen. Y menos siendo español. Al orgullo descabezado español se suman en el momento actual penurias económicas, pesimismo y una degradación total de los valores tradicionales. En un principio me posicioné en contra de todo este bochornoso espectáculo porque creía (y no sin razón) que, a modo de circo, el compromiso deportivo se utilizaba por las autoridades para enmascarar durante una temporada la mala gestión del país y para hacernos tragar lejía por un tubo (la reforma laboral que deja España a merced del neoliberalismo y la precariedad se aprobó el mismo día que España jugó su primer partido, que vergonzoso, que falta de respeto a la inteligencia de los españoles que, sin embargo, se la comieron con patatas). Sin embargo, a raíz de comentarios de amigos, de artículos de prensa y de las propias sensaciones viendo algún que otro partido me di cuenta de que, si bien el campeonato se utilizaba por unos pocos para manipular a unos muchos, también es cierto que estos muchos asistían al espectáculo deportivo de buena fe, sin considerarse engañados, sin considerar al futbol un valium para combatir a la crisis, disfrutando de lo que todavía conciben como deporte en estado puro... exactamente con la misma ilusión con la que me tragaba yo hace muchos años los partidos de nuestro Real Zaragoza.

Así pues, ¿quién soy yo para quitarle la ilusión a nadie?


Aquí en Alemania el Weltmaisterschaft se siguió generalizadamente por toda la población con fervor, grandes dosis de ruido, mucho alcohol y banderitas. Aquí en Alemania, como en España, no es muy glamuroso exhibir abiertamente símbolos nacionales (a mi personalmente me fastidia de sobremanera ese nacionalismo barato de bandera). Sin embargo los hamburgueses adornaron sus coches con banderitas en sus ventanillas y sus retrovisores y gozaron cada victoria de su equipo hasta el último partido. Eso si, lo hicieron con asombrosa deportividad. Dos ejemplos quedarán en mi recuerdo: el primero de ellos fue la derrota Alemana frente a Serbia tras la cual pude ver a decenas de personas bastante alcoholizadas por Repeerbahn portando banderas serbias que mientras gritaban, bailaban y se tambaleaban (llegando a rodar por el suelo en más de una ocasión) eran felicitados afectuosamente por los aficionados alemanes; el segundo momento que siempre recordaré con cariño acaeció durante el partido que enfrentó en semifinales a España y a Alemania. Vimos el partido en la "Casa de Galicia" de Hamburgo (regentada por portugueses) ya que nos pareció más seguro ver el partido "en casa". Allí estábamos unos 100 españoles residentes en Hamburgo y una curiosa criatura: un alemán vestido con la equipación de Alemania (casado con española que le obligaba a estar allí en aquel momento) que al final del partido se dedico a ir español por español dándonos la enhorabuena por la victoria de nuestro equipo. Todo un señor





viernes, 9 de julio de 2010

Una lanza en favor de "Tachuelas"

Hola mis pequeños.

Estaba preparando un post acerca de como se está viviendo el mundial de futbol aquí en Alemania (no es que me interese el deporte en absoluto, pero la ciudad ha vivido un episodio de psicosis colectiva) pero esta mañana he leído algo que creo que hay que comentar.

Tacheles (leído "tageles") es la famosa casa ocupa de Berlín (para más información acerca de Tacheles pulsar aquí). Hoy anuncian en el periódico que la cierran, dentro de cuatro semanas. Citan como causas que "la casa" no ha respetado el contrato que la obligaba a encargarse del mantenimiento y limpieza del edificio que suscribieron en 1998 con el ayuntamiento y que les permitía quedarse diez años más.

En el artículo que he leído (de consulta aquí) una periodista escribe el artículo con tintes bastante poco imparciales para lo que cabría esperar de un artículo informativo (no de opinión), pero que vamos a esperar leyendo "El Mundo".

Cierto que la casa ya no es lo que era; cierto que de reducto de artistas ha pasado a convertirse en atracción turística; cierto que los artistas que allí habitan muchas veces son pseudovagos que no trabajan en ninguna actividad de creación artística y que solo viven a la sopa boba poniendo el cazo mientras puedan; cierto que muchos de los que allí moran tienen más de empresarios que de bohemios (en algunas exposiciones te obligan a pagar un euro tan solo por entrar a mirar lo que allí está expuesto, lo cual es, ciertamente, para echar a patadas de allí al "creador")... Todo ello es cierto, pero aunque muchas ratas hayan poblado la casa, también es cierto que hay muchos artistas de verdad que utilizan la casa para inspirarse, para tener un estudio en el que trabajar sin tener que pagar alquiler, para relacionarse con otros artistas, para mostrar sus obras a un gran público, para enriquecer la ciudad con su presencia. Tacheles es un símbolo, por mucho que se haya degradado, de libertad. Y libre ha de quedar.

De esta insistencia del capital en mercantilizarlo todo (muchas veces dando argumentos contradictorios con el fin de confundir) está Europa (la gran Europa) llena : en Amsterdam el alcalde de la ciudad anunció hace dos años que va a reformar el "Barrio Rojo" para pasar de ser un destino turístico, principalmente, de mochileros y estudiantes, a convertirse en un "resort" de alto standing (palabras textuales del alcalde) cargándose los coffe-shops y las vitrinas con prostitutas cambiándolos por "zonas de alta restauración" y "estudios para diseñadores"; el barrio de Sternschanze aquí en Hamburgo lleva un destino similar con un aumento exhorbitado del precio de los alquileres con vistas a echar a los estudiantes y "elitizar el barrio". Berlín sufre idéntico proceso en el barrio de Kreuzberg, antaño refugio de estudiantes, artistas y gente de la farándula convertido ahora en una residencia de semiburgueses que gustan de dárselas de alternativos; no comentaré nada de los Centros Sociales Autogestionados o iniciativas similares que ha habido en Zaragoza y su contundente respuesta por parte de la "res publica" (léase el desalojo de Rasmia en el barrio de Torrero).

Quedan cuatro semanas para la clausura de Tacheles y lo que más pueden perder los berlineses con este cierrre no es el edificio, sino su alma. En sus manos queda.