martes, 14 de septiembre de 2010

Entre España y Alemania

Haciendo cuentas hoy he llegado al siguiente resultado: hoy hace 384 días que llegué a Alemania. De esos 384 días he pasado 349 en Alemania y 35 en España. Creo que ya tengo las suficientes tablas para abordar un tema del que hace tiempo que quería hablar: la nostalgia y el sentimiento de identidad.

Respecto a la nostalgia,

Acabo de volver de estar 5 maravillosos días en Zaragoza. Como siempre ha sido muy estresante porque he vuelto a intentar ver a todo el mundo y, como siempre, he vuelto a fracasar. No obstante no me siento frustrado, porque he visto a casi todo el mundo y, por encima de todo, porque todo el mundo al que he visto quería verme a mi. A todos ellos, a todos vosotros, muchísimas gracias por los minutos, risas, cervezas, camaradería, reflexiones, cenas y streapers que hemos compartido. En todo momento tuve la firme intención de fijar cada segundo en la retina y guardarlo como un tesoro porque de un tesoro se trata. Siempre he creído que la frase "Puedes contar a los amigos de verdad con los dedos de una mano y te sobrarán dedos" es propia de imbéciles que quieren mostrar a los demás que saben más de la vida que nadie con ese absurdo pesimismo que ellos confunden con humilde realismo. A todos ellos, por mi podéis ahorcaros.

No obstante el tiempo pasa y he podido percibir, no sin melancolía, que con determinadas personas la relación ha cambiado, falta esa química que había antes que lo decía todo con un gesto, esa camaradería que evitaba los silencios, ese sentimiento que imposibilitaba no tratar al amigo como un hermano. Es normal. No tengo los mismos amigos que cuando tenía 16 años (de hecho me quedan muy pocos de esos) porque todos crecemos, maduramos, conocemos a otras personas, tenemos novias, buenas y malas experiencias y todo ello nos condiciona y modifica a cada segundo. Ya es difícil marcar el pulso de una relación a determinada edad en la que ya no tienes tiempo para ver a todo el mundo con regularidad ni pasar tardes enteras compartiendo momentos, historietas, carcajadas, marihuana y buen clima. Ha pasado un año de ausencia (pese a facebook), no podía pretender otro desenlace

Respecto al sentimiento de identidad

No voy a hacer ningún trauma o sufrimiento de mi condición, me considero un emigrante privilegiado que vive una situación que el mismo ha elegido y la mantiene porque quiere. Siempre he pensado que el nacionalismo es un veneno (y espero no cambiar de opinión en toda mi vida), pero me considero español en todos los sentidos. Ni llevo pines ni banderas y cuando hablo aquí de mi país los términos suelen ser quejosos y críticos, pero no puedo evitar seguir hablando de ese país como si hablara de mi casa, porque es exactamente lo que es. Spain is diferent, pero no en sentido excepcional, en cierto modo todos los países son excepcionales porque están vivos, porque cada uno tiene su pulso. El pulso alemán es diferente a todos los demás incluido el español y viceversa. Mi pulso es español y lo será siempre, salí de mi país demasiado mayor (conozco gente aquí que llego al país con 9 años y se siente alemana, algo completamente normal, pero yo con 27 me demoré demasiado).

A fin de cuentas me imagino que esto es algo que le pasa a todos los emigrantes (por lo que he hablado con alguno de ellos). Todos aprendemos a vivir lejos, pero casi todos tenemos intención de volver algún día.

Mientras tanto, seguirá siendo un placer seguir volviendo regularmente.




1 comentario:

  1. Ya lo hablamos en la boda de Moji, pero, ¿no crees que esa identidad a la que te refieres es más aragonesa que española? Lo digo por concretar, porque ese pulso que te notas diferente creo que te lo notarías también en cualquier sitio que no fuera Aragón, La Rioja, la Ribera de Navarra y parte de Soria.
    Un abrazo fuerte!!
    Mario

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