martes, 26 de octubre de 2010

Una de viajes: Copenague

Y nos fuimos de vacaciones.

Ojo que no es cuestión baladí, que hacía dos años que no nos tomábamos ese lujo (la última vez fue un viaje en octubre del 2008 y fuimos a Toledo y a Cuenca, así que ya nos lo íbamos mereciendo).

Aprovechando la situación geográfica nos habíamos estado planteando hacer turismo por el norte de Europa por aquello de que nos cae cerca y, al haber descartado Escandinavia por el momento (la situación económica, pese a que es viable, no es tan boyante) nos decantamos por Dinamarca, patria de vikingos, piratas y la Sirenita.

Dinamarca cae cerca de Hamburgo (la frontera está a unos 160 kilómetros) y Copenague suena a ciudad cool así que nos dijimos: que cojones. Como Hamburgo tiene un aeropuerto precioso pero una pésima conexión (económicamente hablando) con cualquier destino conocido, acabamos escogiendo el tren. Al coger un tren de alta velocidad yo calculaba unas dos horitas y media hasta copenague, pero no fue así. El trayecto nos ocupo 5 horas, que en un tren se pasan mucho más cómodamente que en un bus de Alsa, pero siguen siendo 5 horas. Eso si, el viaje fue curioso porque Copenague está en una isla y vivimos la irrepetible experiencia de montar en un ferry para trenes (impresionante). La nota desagradable del viaje la puso el sistema organizativo germano (que cada vez me parece menos organizado). Puedes escoger el asiento numerado o sin numerar y, como la primera opción era más cara, evidentemente cogimos la segunda. No obstante, nos encontramos con un enorme caos en el tren debido a que nadie te dice que asientos están reservados por lo que nos sentamos en los asientos que nos pareció bien, pero a cada estación intermedia donde el tren se detenía mirábamos con recelo a todas las personas que subían porque si habían reservado nuestros asientos nos teníamos que cambiar obligatoriamente. A mi me parece una desorganización enorme, porque si el tren para 8 veces eso quiere decir que son 8 las veces que tal vez tengas que cambiar de asiento y con maletas y todo el copetín, ya me contarás. Quien sabe, tal vez lo hagan para que reserve todo el mundo, pero por la cantidad de gente que cambiaba de asiento en cada estación, o bien la iniciativa usurera es un desastre o a la gente le encanta viajar de esta manera.

Cuando por fin llegamos a la ciudad fuimos conscientes de varias cosas: Copenague es una ciudad preciosa donde no se puede destacar una parte o un edificio en concreto porque toda la urbe parece una postal; los daneses son gente increíblemente acogedora y agradable; todo es muy caro; y la cerveza es una mierda (con deciros que la mejor cerveza danesa es Carlsberg creo que lo digo todo). La vida nocturna de los fines de semana es impresionante a casi cualquier hora con un gran número de lugares dependiendo de la edad, el gusto musical o el nivel económico.(eso si, las danesas visten como británicas). Solo encontré una pega: la calefacción. Entiendo que tan arriba haga frío, pero no creo que tener la calefacción de todos los sitios a más de 30º sea la solución a ese problema (lo que me extraña es que no se pongan malos más a menudo).

Después de la gira típica por el centro de la ciudad viendo el Tívoli (parque de atracciones típico ubicado en el centro de Copenague que vimos por fuera), el ayuntamiento, la catedral y demás, nos fuimos a Christiania. Christiania es una suerte de barrio de la ciudad ocupado en los años 70 por unos vecinos que, bien por desidia, bien por cosas que solo pasan en el norte de Europa, se convirtió en territorio autogobernado que disfruta de un limbo jurídico y que figura fuera de las fronteras de la Unión Europea. Dentro nos encontramos con poco más de lo que sería una barriada gitana con unos cuantos puestos de artesanía, cuatro chamizos y un montón de gente que no me dejo que les hiciera fotos pero que para que os hagáis una idea, eran grupos de parejas con stands donde se vendían hachís y marihuana. Todo muy organizado eso si: diferentes calidades de cada cosa (desde hena hasta polen ultrarefinado) con precios de lo más variado (dentro del alto estanding de la ciudad); porros ya preparados en un envoltorio de plástico rígido apto para el transporte; pseudo-camellos dispuestos a contarte historietas de como corren delante de la policía cada vez que ésta asoma por allí... A mi me pareció superpráctico, a ver cuando tenemos un sitio de estos en Zaragoza.

Por iniciativa de mi partner sentimental nos desplazamos al extremos opuesto de la ciudad a ver la "Little Mermaid" o "Sirenita". Cual fue nuestra sorpresa cuando descubrimos que ha sido trasladada a Shangai con motivo de la Exposición Universal y ha sido sustituida por un monitor enorme ubicado en el mismo sitio donde debería de estar la estatua que ofrece, vía satélite desde el otro lado del mundo, una imagen nítida en tiempo real del interior del pabellón de Dinamarca (si, es muy cutre).



Por suerte para mi, en un garbeo por una zona cercana descubrí otra estatua llamada "The new Mermaid" y chicos, yo que os queréis que os diga, para lo que se veía con el monitor, yo me quedo con esta.


jueves, 7 de octubre de 2010

Film Fest y otras películas

Empezamos octubre y como es típico en estas fechas llegan los preparativos pre-Pilares en mi ciudad natal. Las redes sociales se plagan de planes y de promesas por parte de amigos y conocidos cuyas generaciones ya vislumbran los treinta pero todavía se sienten festivas y trasnochadas (que cambio con la actitud que teníamos a los 20 y pensábamos que más allá de los 27 eras un abuelo y "estabas de más"). Al ser esta la segunda edición consecutiva que me pierdo y con el síndrome de abstinencia que ello me produce, seguramente de estar allí acogería las fiestas patronales zaragozanas con la intensidad y la energía de un adolescente o, en su defecto, la de un soltero en una noche en la que la fortuna le sonríe después de meses de inactividad.

No puede ser así, estoy a 1981 kilómetros de Zaragoza según Google, así que voy a tener que conformarme con los informes diarios de algún alma caritativa y con las batallitas que cuenten en facebook. Mientras tanto algo inventaremos por aquí arriba. De momento me voy a Copenague el sábado (hay que aprovechar que vivo tan al norte y me cae cerquita), visita de la cual hablaré la semana que viene. Hasta mi partida a las tierras vikingas estamos disfrutando por aquí de un evento que haría las delicias de cinéfilos y aficionados: el Filmfest Hamburg.

El Filmfest es un ciclo de cine que se celebra en Hamburgo durante diez días (30 de septiembre al 9 de octubre) durante los cuales se proyectan en 7 grandes cines hamburgueses la friolera de 170 películas nacionales e internacionales que van desde el western hasta los nuevos géneros pseudo-artísticos (de esos que sus creadores dicen "si no te gusta es porque no lo entiendes") donde los directores juegan con recursos cinematográficos nuevos o ya existentes, con nuevas o viejas combinaciones y peores o mejores resultados. Hay directores consagrados, hay otros noveles, actores grandes y pequeños, películas y documentales, para todos los gustos (y horarios, el fin de semana pasado hubo sesión continua en algunos cines proyectando una película detrás de otra a lo largo de la madrugada) y colores.

Ayer por la noche nos atrevimos con una película. Hace algo así como año y 3 meses (que recuerde) que no voy al cine (y me duele, antes iba por lo menos una vez al mes) y ya tenía ganas de volver a sentir la magia de la pantalla grande. Para no morir en el intento elegimos una película en español. En un principio queríamos ver una española, pero la única que había en concurso (For 80 days) estaba rodada en euskera (vergonzoso) y subtitulada en alemán, así que se nos quitaron las ganas. En su sustitución acudimos al cine sudamericano y dimos con una auténtica joya que desde este humilde foro os recomiendo encarecidamente: Carancho, de Pablo Trapero.

No me las he dado nunca de cinéfilo, pero se cuando algo me gusta. Carancho es el nombre de un ave carroñera en argentina y alude al sobrenombre que recibe la profesión del protagonista de la cinta (interpretado por un siempre magnífico Ricardo Darín). Película violentamente real (que no realmente violenta) en torno a la vida de dos personajes que luchan por salir adelante en un entorno crudo lleno de realismo sin ninguna gota de maquillaje.

Si podéis no os la perdais, y luego, si os ha gustado, me contáis. Un abrazo "mañicos"

martes, 14 de septiembre de 2010

Entre España y Alemania

Haciendo cuentas hoy he llegado al siguiente resultado: hoy hace 384 días que llegué a Alemania. De esos 384 días he pasado 349 en Alemania y 35 en España. Creo que ya tengo las suficientes tablas para abordar un tema del que hace tiempo que quería hablar: la nostalgia y el sentimiento de identidad.

Respecto a la nostalgia,

Acabo de volver de estar 5 maravillosos días en Zaragoza. Como siempre ha sido muy estresante porque he vuelto a intentar ver a todo el mundo y, como siempre, he vuelto a fracasar. No obstante no me siento frustrado, porque he visto a casi todo el mundo y, por encima de todo, porque todo el mundo al que he visto quería verme a mi. A todos ellos, a todos vosotros, muchísimas gracias por los minutos, risas, cervezas, camaradería, reflexiones, cenas y streapers que hemos compartido. En todo momento tuve la firme intención de fijar cada segundo en la retina y guardarlo como un tesoro porque de un tesoro se trata. Siempre he creído que la frase "Puedes contar a los amigos de verdad con los dedos de una mano y te sobrarán dedos" es propia de imbéciles que quieren mostrar a los demás que saben más de la vida que nadie con ese absurdo pesimismo que ellos confunden con humilde realismo. A todos ellos, por mi podéis ahorcaros.

No obstante el tiempo pasa y he podido percibir, no sin melancolía, que con determinadas personas la relación ha cambiado, falta esa química que había antes que lo decía todo con un gesto, esa camaradería que evitaba los silencios, ese sentimiento que imposibilitaba no tratar al amigo como un hermano. Es normal. No tengo los mismos amigos que cuando tenía 16 años (de hecho me quedan muy pocos de esos) porque todos crecemos, maduramos, conocemos a otras personas, tenemos novias, buenas y malas experiencias y todo ello nos condiciona y modifica a cada segundo. Ya es difícil marcar el pulso de una relación a determinada edad en la que ya no tienes tiempo para ver a todo el mundo con regularidad ni pasar tardes enteras compartiendo momentos, historietas, carcajadas, marihuana y buen clima. Ha pasado un año de ausencia (pese a facebook), no podía pretender otro desenlace

Respecto al sentimiento de identidad

No voy a hacer ningún trauma o sufrimiento de mi condición, me considero un emigrante privilegiado que vive una situación que el mismo ha elegido y la mantiene porque quiere. Siempre he pensado que el nacionalismo es un veneno (y espero no cambiar de opinión en toda mi vida), pero me considero español en todos los sentidos. Ni llevo pines ni banderas y cuando hablo aquí de mi país los términos suelen ser quejosos y críticos, pero no puedo evitar seguir hablando de ese país como si hablara de mi casa, porque es exactamente lo que es. Spain is diferent, pero no en sentido excepcional, en cierto modo todos los países son excepcionales porque están vivos, porque cada uno tiene su pulso. El pulso alemán es diferente a todos los demás incluido el español y viceversa. Mi pulso es español y lo será siempre, salí de mi país demasiado mayor (conozco gente aquí que llego al país con 9 años y se siente alemana, algo completamente normal, pero yo con 27 me demoré demasiado).

A fin de cuentas me imagino que esto es algo que le pasa a todos los emigrantes (por lo que he hablado con alguno de ellos). Todos aprendemos a vivir lejos, pero casi todos tenemos intención de volver algún día.

Mientras tanto, seguirá siendo un placer seguir volviendo regularmente.




viernes, 27 de agosto de 2010

Sanciones administrativas


Llevo prácticamente un mes sin escribir. Se debe a una conjunción de causas que comprenden desde la desidia (mi amigo Javier lo resumió perfectamente en la frase "da pereza ¿eh?") hasta el vacío intelectual (no me gusta escribir cuando no tengo nada que contar). No es que en este mes no me haya pasado nada, pero es que nada de lo que me ha pasado me ha parecido reseñable. Ha sido un mes de visitas (gracias Richard, Eduardo, Mamen y Joaquín por dar un toque de color a una ciudad, en ocasiones, tan gris), de bastante curro y de trastornos estomacales derivados de la fast food. Como diría mi hermano pequeño: "Ha molado co".

No obstante ayer me pasaron dos cosas bien reseñables y hoy procedo a contaros la primera de ellas, dejando la segunda para la semana que viene, que así no tengo que discurrir mucho.

Alemania, con 82 millones de habitantes, es un país bien vertebrado territorialmente rebasando el millón de habitantes tan solo tres de las urbes (Berlín, Hamburgo y Munich). Teniendo en cuenta estos datos y el hecho de que la extensión de Alemania es mucho menor que la de España (357.000 km2 frente a los 504.000 km2 respectivamente) constatamos que la población está muy repartida en urbes que, por lo general, rondan los 500.000 habitantes (eso si que es desarrollo demográfico sostenible y no lo que hay en España). Esto favorece una demanda en los desplazamientos que ha favorecido un sistema ferroviario de calidad, a precio asequible y muy eficiente. Hay gran variedad de trenes a diferente coste, lo cual posibilita que todo el mundo pueda viajar en tren independientemente de su presupuesto reduciéndose la diferencia del precio al tiempo de desplazamiento (si quieres hacer Hamburgo-Berlin en ICE, que es como nuestro AVE, lo puedes hacer por 40 euros, y si no te llega lo haces en regional por 20), totalmente alejado de ese modelo de transporte que hemos implantado en España donde la alta velocidad ha acentuado la diferencia de clases sociales debido a que eliminó el resto de posibilidades ferroviarias y ahora con dinero vas en tren y sin él tienes que meterte en un autobus (incómodo, lento, malo para el medio ambiente y más peligroso). Todo muy bonito en el país de la pandereta.

Debido a que las urbes más grandes son muy grandes, éstas han sido dotadas de trenes urbanos: U-bahn o metro ligero y S-bahn, o red de cercanías que a su paso por la ciudad funciona también como metro (para los interaileros, el S-bahn lo cubre el interail y os sirve para moveros dentro de las ciudades que lo tienen). El precio del abono de estos trenes urbanos es más asequible cuanto más tiempo englobe (un desplazamiento vale 2.70, el abono del día vale 5.50 y el mensual 54 o 72) y da acceso a un servicio de bastante calidad con una cadencia muy aceptable y una amplitud de horarios bastante grande volviéndose ininterrumpida los fines de semana.

Claro que también puede jugártela a no pagar, no hay ningún tipo de torno (mentalidad alemana). Pero ello tiene sus riesgos.

Ayer por la noche quedamos a cenar con unos amigos y fui en bici. Llegado el momento de volver a casa, al ser jueves y ya las 10 de la noche pensé que los revisores (que casi no se ven) ya no estarían trabajando y me subí al metro con mi partner para volver a casa. A las 3 estaciones veo por la ventanilla a un revisor en la estación que se dirige a una de las puertas del vagón. Subrepticiamente me deslizo hacia la otra para bajar y cual es mi sorpresa cuando una mujer de mi estatura pero de 100 kilos más de peso se me queda mirando y me dice "Wohin gehen Sie? Fahrkarte! Papiere! Schnell, schnell" (¿Dónde vas? El billete, los papeles, ¡vamos, vamos!). Me la quedo mirando y le digo que no hay billete. La mujer me pide el pasaporte y le digo que no hay pasaporte. Le enseño la cartera para demostrarlo y la mujer me dice "ah, pero tu llevar dinero". Mierda. Me pilla los 25 euros que llevo en la cartera y me dice que me pone una multa por el resto (la multa es de 40 en total). Me hace bajar del vagón en la siguiente estación y cuando bajo bajan conmigo 6 tíos compañeros de la revisora que me rodean con caras de malas pulgas. 10 minutos de malas miradas, de tensión y de interrogatorio culminan con mi marcha de allí con una multa a nombre de mi alter ego de anoche, José Pérez Andrés (ventajas de no llevar el pasaporte encima y de su credulidad).

No puedo quejarme, se que hice mal y me lo merezco. 25 euros más pobre o 15 más rico (depende de como se mire) deposité la multa para José Pérez en la papelera y me fui andando a casa entonando la canción de "I´m a poor lonesome cowboy, and a long way from home..."

miércoles, 28 de julio de 2010

Alemania y sus impuestos


Y es que nada es gratis en este país... y fastidia.

Llegas a Hamburgo y te alquilas una casa (con todas las dificultades que he descrito en el blog acerca de llevar a cabo tal acción). A partir de este momento tienes una semana para hacer tu "Anmeldung" o, como decimos en España, empadronamiento. Tienes que ir a tu BezirkAmt (oficina municipal) más cercana y dar fe allí de tus datos y tu decisión de quedarte a residir aquí (gracias a los dioses por ser europeos y que toda nuestra dificultad estribe en entender los formularios, que de otro modo no hubiera sido tan fácil). Por supuesto la única lengua en la que allí te van a entender es en alemán (tampoco me puedo quejar de esto dado el poliglotismo que impera en la administración española), pero ya te han marcado bien en negrita sobre el resto del documento que tal trámite te va a costa 6 euros. Y me jode que te tengan que cobrar por algo a lo que te obligan y que no entiendo que gasto conlleva (fueron 5 minutos para dos personas y 12 euros...).

Te quieres ir de fiesta y de normal (aunque he de reconocer que esto era más común en Berlín que aquí) pagas algo por la entrada. Los precios varían: 2 o 3 si solo es para pagar al Dj, 5-8 si el bar cree que es cool, 8-12 si hay concierto, +15 si es un club. Independientemente del estipendio que abones para entrar luego vas al baño y te encuentras con una persona sentada en la puerta. Tú saludas educadamente y entras a hacer lo que quiera que sea que te ha empujado a ir a ese lugar. Sales y ocurre. A veces solo es una mirada, otras veces un gesto, puede llegar a ser una voz o, como me ocurrió a mi este sábado, una mujer que te grita y te agarra del brazo señalándote el platillo que hay en una mesa junto a la entrada del baño y sobre el cual deberías de haber dejado una propina (suelen ser unos 50 céntimos). Teóricamente esta persona se encarga de que el baño esté limpio durante toda la noche, pero no suele ser así. El baño huele a meados y a culo exactamente igual que los baños del "casco" zaragozano y muchas veces igual de chapoteables. Así pues, ¿por qué pago exactamente? Y, aun en el caso de que los baños estén limpios, ¿no es la obligación del dueño del bar? ¿no he pagado ya por ese servicio con la entrada o en las consumiciones? Y lo que más me jode de todo, si ellos no pagan por mear en mi país, ¿por qué he de pagar yo por mear en el suyo? ¡La semana pasada había que pagar en el baño del puto Kentucky Fried Chicken!

Pero lo que ya es una pasada en este país es lo de pagar por la tele, eso si que no tiene nombre. Cuando te registras en una ciudad (el Anmeldung antes citado) les pasan los datos (pese a que yo no he autorizado tal cosa) a algo llamado GEZ (Gebühreneinzugszentrale). Al mes y medio de haberte "anmeldado" te llega una carta del GEZ preguntándote por todos los aparatos de reproducción audiovisual que tengas en casa: radios, televisiones, pc con tarjeta capturadora, pda, mda (esto no se que es), móviles con w-lan... de lo cual les tienes que enviar un listado detallado y pagar por ello. Si tienes radio (aunque sea en el despertador) se pagan 5.76 euros al mes, y si además tienes tele se pagan 17.98. Te avisan en la carta de que es un "pflicht" (deber) y que, caso que no se lo notifiques, te pueden sancionar con una multa de 1000 euros. Automáticamente tu hipotálamo español reacciona con un "pfff" y tira la carta a la basura. No obstante hay que tener cuidado ya que según nos han dicho se puede presentar en casa un inspector pidiéndote que le dejes ver la casa (¡!) a lo que hay que negarse tácitamente, incluso nos han dicho que te pueden llamar por teléfono diciendo que es para una encuesta preguntándote "¿cuál es tu programa de televisión favorito?" y, si contestas, te preguntan "¿y como tiene usted programa de televisión favorito si no tiene televisión?, ahora le mandamos un inspector".

Dicen que es para pagar una televisión y una radio de calidad entre todos, pero se cumplen dos condiciones que me animan a desconfiar de tal finalidad:

1.- Sigue habiendo publicidad.
2.- La tele alemana es una mierda.

lunes, 26 de julio de 2010

viernes, 16 de julio de 2010

El dichoso Mundial


No me gusta el fútbol.

El fútbol me gustaba cuando era chico (un crío, chico he sido siempre), me gustó hasta que llegué a la adolescencia. Hasta aquel entonces bastaba con ser del equipo local, alegrarse por sus victorias y acostumbrarse a sus derrotas, pasar por alto las subidas de tono y sentir los colores. A partir de mis 15 años descubrí que el fútbol era un negocio. El club de mi infancia (nuestro Real Zaragoza) era una empresa que se ocupaba de comprar jugadores que prometían, darles minutos y, en cuanto comenzaban a despuntar, venderlos al mejor postor. Había dejado un club donde hacer carrera, donde los integrantes cobraban un buen sueldo que no un despropósito, donde cada deportista se comía el campo luchando por cada palmo de terreno, donde cada uno de ellos reconocía en los medios de comunicación que Zaragoza se había convertido en su nueva casa. Habían pasado a ser mercenarios, prostitutas deportivas. Desengañado del fútbol, éste dejo de interesarme volviéndome un apático para los deportes hasta día de hoy.

No me gusta el fútbol.

Y sin embargo llega el mundial y es imposible mantenerte al margen. Y menos siendo español. Al orgullo descabezado español se suman en el momento actual penurias económicas, pesimismo y una degradación total de los valores tradicionales. En un principio me posicioné en contra de todo este bochornoso espectáculo porque creía (y no sin razón) que, a modo de circo, el compromiso deportivo se utilizaba por las autoridades para enmascarar durante una temporada la mala gestión del país y para hacernos tragar lejía por un tubo (la reforma laboral que deja España a merced del neoliberalismo y la precariedad se aprobó el mismo día que España jugó su primer partido, que vergonzoso, que falta de respeto a la inteligencia de los españoles que, sin embargo, se la comieron con patatas). Sin embargo, a raíz de comentarios de amigos, de artículos de prensa y de las propias sensaciones viendo algún que otro partido me di cuenta de que, si bien el campeonato se utilizaba por unos pocos para manipular a unos muchos, también es cierto que estos muchos asistían al espectáculo deportivo de buena fe, sin considerarse engañados, sin considerar al futbol un valium para combatir a la crisis, disfrutando de lo que todavía conciben como deporte en estado puro... exactamente con la misma ilusión con la que me tragaba yo hace muchos años los partidos de nuestro Real Zaragoza.

Así pues, ¿quién soy yo para quitarle la ilusión a nadie?


Aquí en Alemania el Weltmaisterschaft se siguió generalizadamente por toda la población con fervor, grandes dosis de ruido, mucho alcohol y banderitas. Aquí en Alemania, como en España, no es muy glamuroso exhibir abiertamente símbolos nacionales (a mi personalmente me fastidia de sobremanera ese nacionalismo barato de bandera). Sin embargo los hamburgueses adornaron sus coches con banderitas en sus ventanillas y sus retrovisores y gozaron cada victoria de su equipo hasta el último partido. Eso si, lo hicieron con asombrosa deportividad. Dos ejemplos quedarán en mi recuerdo: el primero de ellos fue la derrota Alemana frente a Serbia tras la cual pude ver a decenas de personas bastante alcoholizadas por Repeerbahn portando banderas serbias que mientras gritaban, bailaban y se tambaleaban (llegando a rodar por el suelo en más de una ocasión) eran felicitados afectuosamente por los aficionados alemanes; el segundo momento que siempre recordaré con cariño acaeció durante el partido que enfrentó en semifinales a España y a Alemania. Vimos el partido en la "Casa de Galicia" de Hamburgo (regentada por portugueses) ya que nos pareció más seguro ver el partido "en casa". Allí estábamos unos 100 españoles residentes en Hamburgo y una curiosa criatura: un alemán vestido con la equipación de Alemania (casado con española que le obligaba a estar allí en aquel momento) que al final del partido se dedico a ir español por español dándonos la enhorabuena por la victoria de nuestro equipo. Todo un señor





viernes, 9 de julio de 2010

Una lanza en favor de "Tachuelas"

Hola mis pequeños.

Estaba preparando un post acerca de como se está viviendo el mundial de futbol aquí en Alemania (no es que me interese el deporte en absoluto, pero la ciudad ha vivido un episodio de psicosis colectiva) pero esta mañana he leído algo que creo que hay que comentar.

Tacheles (leído "tageles") es la famosa casa ocupa de Berlín (para más información acerca de Tacheles pulsar aquí). Hoy anuncian en el periódico que la cierran, dentro de cuatro semanas. Citan como causas que "la casa" no ha respetado el contrato que la obligaba a encargarse del mantenimiento y limpieza del edificio que suscribieron en 1998 con el ayuntamiento y que les permitía quedarse diez años más.

En el artículo que he leído (de consulta aquí) una periodista escribe el artículo con tintes bastante poco imparciales para lo que cabría esperar de un artículo informativo (no de opinión), pero que vamos a esperar leyendo "El Mundo".

Cierto que la casa ya no es lo que era; cierto que de reducto de artistas ha pasado a convertirse en atracción turística; cierto que los artistas que allí habitan muchas veces son pseudovagos que no trabajan en ninguna actividad de creación artística y que solo viven a la sopa boba poniendo el cazo mientras puedan; cierto que muchos de los que allí moran tienen más de empresarios que de bohemios (en algunas exposiciones te obligan a pagar un euro tan solo por entrar a mirar lo que allí está expuesto, lo cual es, ciertamente, para echar a patadas de allí al "creador")... Todo ello es cierto, pero aunque muchas ratas hayan poblado la casa, también es cierto que hay muchos artistas de verdad que utilizan la casa para inspirarse, para tener un estudio en el que trabajar sin tener que pagar alquiler, para relacionarse con otros artistas, para mostrar sus obras a un gran público, para enriquecer la ciudad con su presencia. Tacheles es un símbolo, por mucho que se haya degradado, de libertad. Y libre ha de quedar.

De esta insistencia del capital en mercantilizarlo todo (muchas veces dando argumentos contradictorios con el fin de confundir) está Europa (la gran Europa) llena : en Amsterdam el alcalde de la ciudad anunció hace dos años que va a reformar el "Barrio Rojo" para pasar de ser un destino turístico, principalmente, de mochileros y estudiantes, a convertirse en un "resort" de alto standing (palabras textuales del alcalde) cargándose los coffe-shops y las vitrinas con prostitutas cambiándolos por "zonas de alta restauración" y "estudios para diseñadores"; el barrio de Sternschanze aquí en Hamburgo lleva un destino similar con un aumento exhorbitado del precio de los alquileres con vistas a echar a los estudiantes y "elitizar el barrio". Berlín sufre idéntico proceso en el barrio de Kreuzberg, antaño refugio de estudiantes, artistas y gente de la farándula convertido ahora en una residencia de semiburgueses que gustan de dárselas de alternativos; no comentaré nada de los Centros Sociales Autogestionados o iniciativas similares que ha habido en Zaragoza y su contundente respuesta por parte de la "res publica" (léase el desalojo de Rasmia en el barrio de Torrero).

Quedan cuatro semanas para la clausura de Tacheles y lo que más pueden perder los berlineses con este cierrre no es el edificio, sino su alma. En sus manos queda.

lunes, 28 de junio de 2010

Motocicletas y desvirgamientos


Hola a todos mis pequeños.

Se que últimamente he perdido la costumbre de escribir un post semanal, pero es que he estado muy liado últimamente. Normalmente esta es una excusa barata de la vagancia en la que se sume uno tras llevar ya casí dos años sin cotizar a la seguridad social (uno voluntario y otro forzoso), pero esta vez es cierto: se acerca el examen final de alemán y me juego 300 euros en el aprobado; tenemos varias visitas confirmadas este verano y he tenido que estar mirando desplazamientos y alojamientos (por cierto, que caro es llegar hasta aquí); y he tenido que estudiar hasta la memorización un monton de información relativa a Hamburgo ya que me complace anunciaros que estoy trabajando de guía turístico.

Trabajo para la compañía del Free Tour en los nuevos tours en español que se han inaugurado conmigo y con dos personas más en Hamburgo. Me imagino que ya todos habréis oido hablar de esta clase de tour: te vas al Starbucks de la ciudad a mediodía y de allí parten en inglés y en castellano tours tourísticos que son de entrada gratuitos teniendo que abonarse tan solo una "aportación individual" o propina al final del mismo según valoréis el tour. Os aconsejo que no seáis rácanos pensando que los guías se forran porque no es así. Es un sistema fantástico porque la empresa se asegura de que el guía va a hacer el mejor trabajo posible para que la propina que reciba sea lo más alta posible ya que es su único salario. De momento no hemos tenido mucha gente, pero esto es debido al maldito mundial de futbol que ha hecho que la gente planifique sus vacaciones para más adelante y a que, al ser una oferta muy nueva, todavía necesitamos que el boca a boca se extienda así que, extenderlo por favor.



La otra noticia del fin de semana fue la celebración del "Hamburg Harley Days". Fue un poco molesto porque la concentración de Harley Davidson fue un éxito y tuvimos la ciudad llena de petardeos de tubos de escape a todas horas, pero también fue una gozada (hasta para mi que estas cosas me son bastante indiferentes) ver todas esas motocicletas tan elegantes, tan maqueadas y, en ocasiones, tan extrañas (el desfile en ocasiones parecía un capítulo de los "Autos Locos").



Por otra parte puedo por fin anunciar que el verano por fin ha comenzado en Hamburgo y que ya hemos dejado definitivamente la cazadora en el perchero. Eso si, la chaqueta siempre en la mochila, por si acaso.

jueves, 10 de junio de 2010

Sistema sanitario alemán

Ponerse malo no es bueno, nunca lo ha sido, pero en Alemania, además de ser malo, es caro.

No se a vosotros, pero a mi Obama cada vez se me asemeja más a Kennedy: miembro de una minoría, con grandes planes preelectorales y grandes planchazos gubernamentales (por lo menos a Kennedy lo mataron y no pasó a la historia como un pobre tonto como va a hacer Obama). Los dos quisieron sacar a sus países de una guerra pero no pudo ser, los dos se comprometieron en una lucha de derechos civiles más de palabra que mediante hechos, y los dos quisieron emprender grandes proyectos que se quedaron en nada. La reforma sanitaria de Obama pretendía ser expuesta al mundo como un hito en la historia del decrépito estado de bienestar, y simplemente se va a quedar en la obligatoriedad por ley de contratar un seguro médico (nada más).

Alemania va de ese rollo también. Aquí es obligatorio tener un seguro médico (excepto si cobras muy poquito o eres parado) que, como mínimo, acarrea un gasto de algo más de 100 euros al mes (repito, como mínimo). Si estás currando la empresa paga la mitad y el trabajador la otra mitad y, si eres extranjero y estás en paro, lo pagas tu todo (lo gracioso es que luego los jubilados oriundos de este país viajan a España en verano y dejan de tomar la medicación para conseguir tratamiento allí de cosas que aquí su sistema sanitario no cubre).

Mi chica está mala y está trabajando, así que ayer fuimos al médico a que le diera la baja (nada serio, constipado estacional). Aquí en Alemania, no existe centro médico al uso (a excepción de los hospitales) sino que cada médico titulado abre su consulta privada. Así pues puedes elegir ir al médico que más te guste sin depender de la situación de los ambulatorios (y gozando de una cool consulta en el tercer piso de un edificio apolillado en el barrio turco como cuando en España vas al dentista o al veterinario). Esperemos que Esperanza Aguirre jamás se entere de esto (¿o lo habrá hecho ya y eso explica la situación de la sanidad pública madrileña?).

Por cada consulta, además de la mensualidad, tienes que pagar 10 euros (a modo de ese copago sanitario que nos quieren poner en España que, digo yo, ¿si la sanidad ya la pagamos entre todos, no sería más correcto hablar de repago que de copago?). Si el médico te deriva a otro médico especialista por menesteres derivados de las necesidades del mal que te aqueja (es decir, si tienen que hacerte analisis de sangre o el medico de cabecera te deriva a un dermatólogo, por ejemplo) no hay que pagar más. No obstante, si los motivos que te hacen ir al médico de nuevo son diferentes (hoy voy por un rensfriado y la semana que viene por un herpes vaginal) tienes que pagar 10 euros en cada consulta. Incluso en el caso de una sola afección que tome más de tres meses (un tratamiento para algo a largo plazo tipo enfermedad terminal o embarazo) tienes que volver a pagar 10 euros por cada trimestre.

Yo carezco de seguro médico, por lo que los dos catarrazos que he pasado aquí los he tenido que superar estoicamente en mi casa sudando y con paracetamoles. En caso de que algo malo de verdad me ocurra puedo hacer dos cosas: presentar mi tarjeta sanitaria europea, decir que estoy aquí de vacaciones y cruzar los dedos, o coger el primer avión que salga para España y una vez aterrizados empezar a gritar.

miércoles, 2 de junio de 2010

Es curioso

Interrumpo mi crónica de acontecimientos de mi vida en Hamburgo para resaltar un hecho que de por si es importante y que me sirve para remarcar las diferencias existentes entre España y Alemania. Juzguen ustedes mismos.

Como todo el mundo sabe (espero) Alemania es una República (palabra que no me parece justo escribir sin la mayúscula). Desde la unificación del Imperio Alemán con Bismarck en 1871 hasta la abdicación del último emperador Guillermo II en 1918 (dando paso a la idílica República de Weimar) hubo una suerte de monarquía (palabra que no me parece justo escribir sin la minúscula) que desapareció tras la abdicación del citado Guillermo.

Esta República Federal tiene un gobierno democrático y un Presidente de la República que es elegido y que sirve como representación de Alemania en el extranjero. No tiene poder real, solo simbólico (algunos alemanes no saben ni quien es). El mismo papel que el de nuestra monarquía pero sin que cueste a Alemania 8 millones de euros al año SIN JUSTIFICAR y sin tener que mantener a toda la estirpe (ya sea contraida por vía natural o matrimonial).

El caso es que el otro día el susodicho Presidente de la República dijo algo que nadie ha dicho pero que todos sabemos. A saber, que Alemania está en Afganistan para defender los intereses comerciales de Alemania y que ésta era justificación suficiente en el mundo en el que nos toca vivir. La sociedad alemana protestó y al señor Köhler no le quedó otra salida que renunciar al cargo. Este hecho quedó oscurecido en el noticiario por la nueva matanza israelí en aguas internacionales de una flota humanitaria y por el hecho de que a muchos no les interesa que se sepa por motivos obvios. El caso es que a mi esto me maravilla y me sorprende.

Me maravilla porque en Alemania no han olvidado, ni el pueblo ni la clase política, que la democracia es el poder del pueblo (osea, que el pueblo es el depositario de la soberanía que para eso es nacional) y que los políticos no son otra cosa que meros representantes que tienen el DEBER de servir a su nación. Habiendo fallado en este cometido, su DEBER (nuevamente en mayúsculas) es dimitir.

Me sorprende porque soy un pobrecico español y en España, cuando se considera que un representante debe dimitir (por haber llevado al país a una guerra ilegal, por haber sido el responsable directo o indirecto de la muerte de un montón de soldados españoles por el contrato de una compañía aérea que ellos no usan cuando viajan a zonas de conflicto, por irregularidades urbanísticas, por tramas de corrupción más que demostradas malversando el dinero de todos, por llevar el país a la ruina al haber continuado una situación económica alocada...) argumenta que no dimite porque tiene una responsabilidad contraida con el pueblo al que gobierna a la que no puede desatender por determinados infundios de los que se le acusan...

El caso es que en Alemania no ha habido manifestaciones multitudinarias ni otro tipo de acciones de presión, sencilla y llanamente se ha demostrado que, moralmente, se había fallado a la ciudadanía, a la nación y al país.

Pero claro está, lo moral es algo cuya frontera cruzamos en España mucho tiempo atrás. No estoy seguro, pero yo diría que todo empezó cuando hicimos aquella "modélica" transición en la que nos cagamos y nos meamos encima de 40 años de abusos a la nación perpretados por los intereses de unas cuantas familias que salieron de rositas con las manos, eso si, bien llenas de sangre...


jueves, 27 de mayo de 2010

Finde en Berlin


Hola a todos.

Si, ya se, hace un montón de días que no escribo. Pero es que no he tenido Internet. Cuasi presa de la locura y con un síndrome de abstinencia solamente comparable al de un adolescente con dos brazos rotos he regresado esta mañana al ciberespacio de las manos de un fornido técnico en telecomunicaciones alemán. Lo acaecido en estas tres semanas y pico en las que he estado “unplugged” (por utilizar una palabra que suena cool) merece varios artículos. Debido al anacronismo que va a predominar en las siguientes tres entradas comenzaré por el hecho más reciente con objeto de que al menos una de ellas se ajuste a mi estado de animo actual.

El fin de semana pasado volvimos a Berlín a un emotivo reencuentro con nuestros amigos (Giorgia, Richard, Ilaria y Mateo, gracias por este gran gran finde) a disfrutar (por casualidades de la vida, nos enteramos al llegar) del “Festival der Kulturen” de Berlín. No es el ya fallecido “Love Parade” pese a que vimos una cantidad de lesbianas enorme (de las “lesbiana tipo” = tía del monton + tía/hombre, nada de esas que salen en la MTV y que mi amigo Sumi gusta de llamar “guarrillas”).

Fuimos a Berlín en un MitfarGelegenheit. Esto es algo a importar. Cuando tienes que hacer un trayecto en coche de la longitud que sea te apuntas en una página web diciendo de donde sales y adonde vas y a que hora poniendo un precio por persona por trayecto y un teléfono de contacto. Tú que quieres ir llamas a ese teléfono, acudes a la cita, haces el viaje y pagas el dinero acordado. Es más barato que el transporte público, se llega antes y se preserva el medioambiente. El único motivo por el que se me antoja posible que esto no lo hagamos en España es la desconfianza que puede generar viajar con un extraño, pero a estas alturas de la vida deberíamos de dejar estas cosas a un lado.

El caso es que llegamos a Berlín que se había puesto de gala para un festival que se componía de lo siguiente: un recinto ferial con un montón de puestos supuestamente “étnicos” de los diferentes grupos culturales de Berlín en los que se ofrecía artesanía (Made in China), comida (carísima y mala predominantemente) y cerveza (a unos precios exorbitados que nos invitaron a ir a la tienda más cercana al recinto donde nos vendieron botellas de ½ litro a 1,5 euros); y un desfile al estilo “carroza con trató” donde pudimos ver a los hombres y mujeres más feos de Berlín.


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El viernes estuvimos de tranqui bebiendo cervezas de 11 a 4, el sabado madrugamos y a las 2 de la tarde nos plantamos en la feria que recorrimos hasta las 11 de la noche tras lo cual nos llegamos a un bar horrible que hay en Berlín llamado “Madame Claude” donde nos apalancamos y movimos a casa porque el domingo volvimos a salir y lo dimos todo en el “Rosi´s”, club cool con dos salas de música electrónica, una zona de chill-out con mesas, sillas y si, una playa de imitación a medio kilómetro del río (no lo penséis, son alemanes) y un hombrecillo de 60ymuchos que con una parrilla hacía perritos calientes hasta el amanecer… que en esta mierda de latitud se produce a las 3.30 de la madrugada…

Volvimos a Hamburgo el lunes por la tarde algo resacosos pero animados porque la estampa que dejamos atrás en Berlín no queda tan lejos...


domingo, 2 de mayo de 2010

1º de mayo en Hamburgo

He de reconocerlo: nunca he asistido a ningún acto reivindicativo el 1º de mayo.

Me consideraba obrero a mis 16 años (sin haber trabajado aun en mi vida) cuando cantaba el "Vals del obrero" levantando el puño izquierdo porque, eso si, siempre me he considerado (y espero siempre considerarme) una persona de izquierdas.

Cuando comencé a currar con 19 años (de carnicero en el Alcampo de Utebo, que tiempos) y a través de los años y los curros posteriores, apredí a interiorizar esa cultura del trabajador español antireivindicacionista: aguantar lo que te echen, hacer horas sin pretender que te las paguen después, recelar de los sindicatos, tolerar las broncas injustificadas de jefes mucho más ineptos que uno mismo, amenazar con la revolución entre camaradas y luego no secundar las huelgas por miedo del que dirán de mi (¿como es posible que entre los trabajadores la palabra huelga haya adquirido una connotación tan negativa siendo el ejercicio de ésta un derecho?)

Cuando mi partner sentimental encontró trabajo en Hamburgo algunas de las condiciones laborales fueron: jornada flexible y prohibido hacer más de 40 horas a la semana excepto mediante permiso. Las condiciones eran explicadas en inglés y al ver la cara de perplejidad de ella uno de los entrevistadores le preguntó si había algo que no entendía y cuando fue a contestar la otra entrevistadora cortó a su colega y le dijo que no era un problema idiomático, sino la típica respuesta de franceses y españoles a los que siempre había que repetirles o explicarles este punto porque la mentalidad en su país es del todo distinta. Lo curioso es que es totalmente lógico pensar así e ilógico hacerlo de cualquier otra manera.

Ayer fuimos a tomar unas cervezas al barrio de Sternschanze tras lo cual nos separamos porque yo había quedado con una nueva tandem que tengo aquí en Hamburgo (Juliane, una alemana super maja... que suerte estoy teniendo con los tandems) y Ursula se vino a casa. Tras el tandem volvi a casa para cenar volviendo a atravesar el barrio de Sternschanze. Dicho barrio es donde quiere vivir toda la juventud de la ciudad porque es algo así como la Magdalena o el Casco de Zaragoza: una zona joven, con multitud de bares y tiendecillas, calles peatonales, en el centro de la ciudad, multicultural y colorida... Sin embargo ayer el panorama era bien distinto.

La calle principal estaba sembrada de cristales rotos y para el momento que quise darme cuenta había pinchado la rueda trasera de la bici, por lo que tuve que apearme y seguir andando. Eran las 10 de la noche: las farolas de Hamburgo (como en toda Alemania) la mitad de brillantes que en España dando a la escena un ambiente muy del XIX (parecía que Jack el Destripador iba a salir de alguna esquina); focos de policia intermitentes que se veían reflejados en cada rincón; calles llenas de personas paradas con la mirada en un punto fijo en una confluencia de calles acordonada por la policía para evitar concentraciones de gente donde se estaba leyendo algún tipo de comunicado que no entendí pero donde se repetía continuamente la palabra "policía"...

En ese momento oigo un ruido de pasos y la gente de la calle se aparta de en medio hacia las aceras tapándose la cara... y los veo. Un grupo de policías con traje de antidisturbios (de estos de meter miedo con casco y pantalla, botas acorazadas, uniforme con algún tipo de blindaje que no pude distinguir y la porra en ristre). Avanzaban a paso ligero marcando el paso con golpes de voz como auténtica cohorte pretoriana dispuesta a acabar con lo que se pusiera de por medio. Me aparto de la calzada, me arrimo todo lo que puedo a la fachada del edificio y sigo caminando en silencio, mirando al suelo, con una mano en el manillar de la bici y la otra en el bolsillo. Todo el mundo a mi alrededor hace lo mismo.

En mi camino a casa me cruzo con otros tres grupos de policía iguales (desconozco cuantos habría en total) y con multitud de personas en pequeños grupos ataviados con sudaderas con capuchas, silenciosos, y con la mirada fija en los policías. Por fin llego a casa, una película y a dormir, otro sábado será. Hoy los periódicos locales hablan de disturbios durante toda la noche.

La pregunta es ¿preferimos esto o lo de España (Zaragoza con 4000 personas menos en la manifestación que el año pasado)?

domingo, 25 de abril de 2010

Jipiosidades y gafapastadas

El tiempo transcurre en la ciudad del río y pasa la primavera, que aquí tiene meses de personalidad jurídica propia, no como en Zaragoza (ciudad inmortal) que es más bien un rollete de transición que dura una semana antes del verano. Seguimos con la búsqueda de casa, que sigue infructuosa y que nos quita cualquier energía para hacer casi cualquier otra cosa y que, en ocasiones, da ganas de llorar de frustración y rabia.

No obstante hemos hecho un par de amigos aquí personificados en una pareja alemana que quiere aprender español, con la que hemos hecho buenas migas, y con la que quedamos todos los fines de semana. Las actividades varían dentro del marco de la edad en la que nos adentramos y en la que ellos ya son veteranos (tienen 4 años más que nosotros) y de momento abarcan unas cervezas, una cena, un domingo en el Biergarten… Ayer confluyeron varias sugerencias y, a falta de decisión unánime, las llevamos a cabo todas.

En primer lugar fuimos a una cosa que ha habido en Alemania este findesemana llamada Kettenreaktion – Mobilisierung zur Menschenkette gegen Atomkraft, es decir Reacción en cadena – una cadena humana contra la energía nuclear. Personalmente creo que la energía nuclear es una maldita consecuencia de una malinterpretación del estado de bienestar que nos lleva a entender que hay que vivir cada instante como si fuera el último desentendiéndonos de si eso no va a acabar adelantando dicho instante final. Así las cosas y con el muy español “Allá donde fueres haz lo que vieres” palpitando entre las sienes formamos parte, junto al magnífico río Elba en un regalo de sábado soleado de 20º, de una cadena humana de 120 Km. donde formamos un cómico pero sólido eslabón.



Después de esto fuimos a comer, ver un piso que no nos van a dar, dar un paseo, echar unas cervezas y desplazarnos al Hamburger Kunst Halle para tomar parte en una iniciativa que ya habíamos visto en Berlín y que sería interesante hacer en Zaragoza (ciudad inmortal), si algún día el departamento de Cultura del Ayuntamiento deja de pensar que Cultura es algo más que montar expos, campos de fútbol y “tierras de motores” que “pongan Zaragoza (ciudad inmortal) en el mapa” (frase que deberíamos odiar todos con toda nuestra alma). Se trata de Die lange Nacht der Museen, es decir, La larga noche de los museos. No es muy complicado, se trató tan solo de dejar abiertos todos los museos (excepto alguno de los privados que carecieron de voluntad para hacerlo) de Hamburgo de 18 horas de la tarde a las 2 horas de la madrugada. A esta oferta de apertura acompañó un sistema de transporte en autobús que comunicaba todos los museos entre si y de un ticket de 12 euros que era válido para todos los museos (normalmente cada museo vale 10). A esto se une en las proximidades de los museos un ciclo de actuaciones artísticas de todo tipo y, con estas como polo de atracción, un servicio de hostelería y restauración. Desconozco el número de personas que rondábamos ayer, pero nos informamos de que el año pasado fueron 30.000 (a 12 euros calculen ustedes mismos). Se acerca a la gente a los museos, se posibilita una forma de ocio nocturno saludable, se fomenta el interés cultural, se pone en valor al no regalarlo (y la gente no adquiere la equivocada conciencia que tenemos en España de que todo debe de ser gratis) y además se genera beneficio económico para la ciudad sin necesidad de gastar decenas de millones de euros del bolsillo de todos los contribuyentes.

Pensabamos verlos todos (los más de 40 que se acogieron al programa) pero en 8 horas tan solo conseguimos ver 2, eso si, totalmente recomendados.

Por un lado el ya citado Hamburger Kunst Halle donde, al margen de pinturas de los siglos XVIII al XX pudimos ver una exposición llamada “Pop Life” que si algún día coincidís con ella por cualquier motivo, por favor, id a verla. Se trata de obras de los máximos exponentes del movimiento del arte de consumo pop. Desde luego el protagonista era Andy Warhol, pero también había muchos otros excelentes exponentes como Keith Haring, Jeff Koons, Damien Hirst, Richard Prince, Martin Kippenberger, Tracey Emin, Takashi Murakami (si, no falto el manga) Todo montado con mucho gusto, con música y con fantásticas piezas de las que resalto esta.


Tras salir del museo y constatar que habíamos estado sin casi darnos cuenta cuatro horas y media dentro cogimos uno de los Museenbus y nos fuimos al Miniatur Wunderland. Museo altamente recomendable donde se pueden ver reproducciones con todo lujo de detalles de todo tipo de paisajes europeos con interacción humana (autopistas con coches y camiones que se movían, multitud de trenes que se cruzaban, plantas industriales con gente trabajando, poblaciones enteras con todo lujo de detalles…). Los pros, que es un museo increíble. Los contras, que estaba petado de gente, que de normal vale 10 euros y que ya estábamos saturados de ver cosas.


jueves, 15 de abril de 2010

En busca de una casa que no llega...

Llegados a Hamburgo con idea de hacer una última entrevista de trabajo nos encontramos con la firma de un contrato laboral que nos iba a atar a la ciudad portuaria por tiempo indefinido. Así las cosas y tras celebración ruidosa en la “calle del pecado” de Alemania (como la calle del Caballo de Zaragoza pero con luces de león y limusinas) nos encontramos con un limite de 36 horas para encontrar alojamiento.

Debido a la ignorancia total que teníamos de la ciudad y el poco tiempo disponible optamos por mirar cosas temporales con objeto de tener una base de operaciones desde la que otear el horizonte urbano de Hamburgo y decidir donde residir a continuación. Encontramos con relativa facilidad un piso para 7 semanas en una situación medianamente céntrica antojándosenos este plazo como más que razonable para buscar, comparar y finalmente elegir un asentamiento permanente. En uno de los pisos que descartamos nos encontramos con un simpático francés que había venido a Hamburgo años atrás con una novia ya emancipada de él en el momento de la conversación. El buen hombre nos narró su infierno hamburgués durante los primeros meses de su vida en la ciudad cuando tuvo que separarse de su pareja para vivir cada uno por su cuenta en residencias temporales que les iban saliendo hasta que, por fin, encontraron una casa para los dos.

Yo me decía que había sido mala suerte, que a los franceses los sacas de Francia y son unos inútiles, que nosotros teníamos un contrato de trabajo debajo del brazo, que siempre solemos ser afortunados… pero no. Llevamos en Hamburgo desde el 15 de marzo buscando alojamiento y el panorama es desolador por varios motivos. El principal es el escaso mercado inmobiliario privado que caracteriza esta ciudad: salen muy pocas ofertas. El mercado mayoritario se lo han engullido las inmobiliarias que, ni cortas ni perezosas se meriendan de comisión un par de meses de comisión por sus servicios y eso después de haber sido seleccionado como candidato fiable a sus servicios…

En Zaragoza el procedimiento es que se vea el anuncio, se llame, te den una cita, acudes, ves el piso y decides si te interesa o no. En Hamburgo en el anuncio ya esta fijado el dia y la hora de la visita y cuando allí te personas descubres una muchedumbre en la puerta. La primera vez pones cara rara, sacas el papel con la dirección y verificas que estás en el lugar correcto percatándote de que aquellas 30 personas que hay allí están exactamente motivados por la misma necesidad que tú. Subes las escaleras en una especie de “performance” de asalto para entrar en un piso en el que no suele caber todo el mundo de vez. Hay que intentar ser de los primeros porque, normalmente, la persona que enseña el piso no ha contado con tanta gente (pese a que siempre es el mismo espectáculo) y no ha llevado formularios para todos. Rellenas el papel todo lo mejor que puedes revelándole a vete tu a saber quien para quien trabajas, desde cuando y cuanto cobras (en neto, tampoco les hagas pensar).

Y entonces llega lo peor: la espera. Te sientes como una quinceañera con pecas y sobrepeso que se ha dejado magrear en el asiento trasero de un coche por un chico mas mayor pensando que accediendo a sus deseos te querrá volver a ver… y así vamos de asiento trasero en asiento trasero sin que nadie nos llame.

Y así vamos rebajando nuestras expectativas: pisos cada vez más alejados, menos amueblados y más caros. Pero nada, al menos de momento.

Y la vida sigue en Hamburgo…

miércoles, 7 de abril de 2010

Introducción

Hola a todos, mis pequeños seguidores.

He aquí que aquí residimos en Hamburgo.

Hamburgo tiene la particularidad, junto con Berlín, de ser ciudad y Bundeslang (comunidad autónoma) al mismo tiempo; es el mayor centro de publicaciones del país; es el mayor puerto del país (y el segundo de Europa tras el de Rotterdam en Holanda); es el lugar donde surgió la idea de introducir un pedazo de carne dentro del pan con el objeto de ingerirlo (McDonalds hizo el resto); y es la ciudad donde residimos.

La mayoría ya lo sabrá, pero para los nuevos, los amnésicos, los aletargados recien despertados, los apollardados, y todos aquellos (espero que pocos) que sufran la enfermedad del tío de la peli de Memento (peli que sino habeis visto deberíais, pero solo una vez)... este blog está escrito en primera persona por un aragonés (de Utebo, para más señas) que en su día (agosto de 2009) emigró a Alemania cual Alfredo Landa del siglo XXI (pero más alto y con una utilísima licenciatura en Historia) en pos de una aventura que le condujese a un futuro más abierto a expectativas que la España de la crisis.

Las andanzas, peripecias, experiencias, curiosidades, comidas, clubes visitados, amigos cruzados, locuras enajenadas, trabajos realizados, trabajos irrealizables, trabajos imaginarios, eventos, cambios climáticos, viajes, visitas, excursiones, bodas, bautizos y comuniones, canciones, películas, condones, sangre, esperma, lágrimas nostálgicas y sentimientos varios serán reflejadas en este cuaderno de bitácora que queda inaugurado desde ya.

Berlín es una ciudad maravillosa: barata, soleada, amigable, multinacional, limpia, cosmopolita... pero carente de ofertas de trabajo asumibles por mi o mi partner sentimental. Así que, así las cosas, decidimos ampliar la búsqueda y mi chica consiguió un curro haciendo aviones en Hamburgo y... aquí estamos. A partir de aquí, iremos viendo.

Bienvenido todos seais

Pd.- Para los nuevos que así lo deseeis podeis leer nuestras andanzas en Berlín en el siguiente dominio:

http://unzaragozanoenberlin.blogspot.es